Siento tus ojos clavados en mi espalda. Pero me dicen que como siempre, estoy imaginando cosas.
No es solo una sensación de un taladrando en mi espalda. El otro día tu voz temblada al hablarme. Pero como a mí también me tiembla la voz en estos tiempos post covid, a donde a todos parece, no nos alcanza el aire, te dejé pasar este pequeño detalle.
Aun así, el otro día sentí que al estar cerca de mí, desbordabas. Te desestabilizabas. Sé que no eres así. La tranquilidad y el juicio -por lo menos en apariencia- rige tu conducta, pero no cuando estas cerca de mí.
Para ayudarte a recomponer tu equilibrio y así, el auto control de tus sentimientos, decidí no mirarte a los ojos, no hablar ni respirar cerca tuyo. No quiero que te desestabilices por mi culpa. Que pierdas el control. Porque yo también detesto perder el control de mi misma por un sentimiento irracional que aspire a gobernarme autoritariamente. Sin embargo, temo que creas que es una conducta cruel destinada a fingir que te ignoro para llamar más tu atención. Cosa que no es.
Mi inconsciente tampoco colabora, hago apuntes y señalamiento que producen una respuesta rápida y defensiva de tu parte y, te desequilibra aún más. Quedan así expuestas tus imperfecciones, mientras que al mismo tiempo enmiendas, planteándote como una persona falible y que eso está bien. Estoy de acuerdo, está bien. Descuida no es una competencia. Y si lo fuera, descuida te dejo ganar. Me apena porque quedo indemne ante ti, cuando soy todo lo contrario.