El conjuro contra la injusticia
Hoy estoy de buen humor, hoy te ayudo sin pensarlo.
Hoy estoy indispuesta por cualquier tontería que me nubla el sentido, voluntad no tengo.
La justicia la obtiene aquel que está en el momento idóneo, en el lugar indicado, con la persona adecuada. ¿Se puede tener tanta suerte para llenar todas estas variables? he visto casos.
Esperar tu turno para pasar por taquilla, presentar de una vez por todas la diligencia/escrito en la mesa de entrada de la URDD, y guardar la esperanza de una pronta repuesta. Así es la historia perfecta que todos anhelan. Pero detrás de esa historia, este escrito judicial, único y particular para quien la presenta, en realidad para el funcionario receptor, una más en el montón, termina pasando por un terrible camino de obstáculos, ante de llegar si quiera hacer respondida, y posiblemente, si acaso, favorablemente.
Desde que el funcionario receptor, coloca las dos hojas de tamaño oficio en una bandeja acopiadora para posteriormente despacharse internamente al tribunal correspondiente, puede pasar que las misma se deslice inesperadamente hacia la parte de atrás del mueble donde está situado y se torne invisible para quien corresponda repartirlo.
Si no pasa eso, cuando el coordinador de la URDD toma las diligencias y las ordena correlativamente de acuerdo al Tribunal a seer despachado, existe la posibilidad de un posible traspapeleo de estas dos hojitas delgadas entre otras tantas de igual similitud física. Si logra pasar este otro reto, la poca notoria diligencia, en su traslado puede sufrir uno que otro percance. Por ejemplo, que la coordinadora se disponga a situarlo en un lugar específico y a la vez se le antoje alcanzar con su otro brazo extendido, un bolígrafo en un mesón. Todo esto, encima de una impresora en funcionamiento junto con un pequeño movimiento brusco involuntario que hace caer estos escritos sagrados y llenos de sed de justicia en la bandeja de papel de la impresora. En microsegundos, son devoradas sufriendo, en el mejor de los casos, pequeños deterioros, o peor, su desaparición definitiva.
Pero suponiendo que la gracia de Dios desborda ese día, cuando por fin, la URDD se deshace del tremendo paquete, y le tira el “yo-yo” a la unidad de correo interno, el nuevo funcionario en esta burócrata pirámide, verifica que las diligencias entregadas estén completas. Labor que realiza en un mesón muy grande llenos de muchísimos papeles (boletas de notificaciones y sus resultas). Papeles dispuestos a tragarse “las grandes esperanzas de justicia”, en compañía de manos ajenas, que desconocen el contexto del trabajo de este funcionario. Funcionarios que en un momento revuelven todo lo que se les traviese, posiblemente, buscando algo inherente a su labor, para variar, extraviado.
Una vez verificado que todo esté en debido orden, el funcionario de la unidad de correo interno en su gran mesón lleno de papeles, logra con éxito la labor encomendada y empieza a sortear/rogar a algún Secretario judicial para que le reciba lo escritos. En esta ceremonia de ver cuál vago me da “bola” en el pool de Secretarios Judiciales, cualquier descuido es válido. De repente, puede pasar, que dicho funcionario deja responsando la montaña de papeles en un lugar, voltea por un minuto, y por cuestiones extrañas de la vida, un secretario revuelve todos los escritos, y ¡pum!, desapareció esa diligencia con carácter fundamental, de las que siempre se pierde. Porque, las diligencias que se extravían, siempre son solicitudes de diferimiento, una promoción de pruebas, o la parte demandada dándose por notificado en la causa, etc.
Pero supongamos que todo salió en el estricto orden, y la suerte estuvo de parte de esos diligenciantes, y el secretario judicial recibe cabalmente todos los escritos como en el mejor de los casos debe ser. Pues aún falta…falta ser anexado al expediente que corresponda, por lo que el secretario judicial al no tener la causa a mano, realiza su solicitud en el sistema de gestión judicial para que algún día, el área de archivo logre conseguir el tiempo o localizar el expediente y se lo envíen, y así proveer lo solicitado. Sin expediente físico no hay proveído.
Es el caso, que mientras este gran paso se realiza, las diligencias permanecen, un tiempito, o un gran tiempote, archivado en algún lugar dispuesto por el secretario judicial, al cual se va añadiendo otras diligencias que llegan día a día. Aquí es donde casi todas las diligencias se pierden por conjuro de la injusticia.
Tribunales en el 2012 bajo la modalidad de circuito judicial.